La importancia en la iglesia de la familia es indiscutiblemente grande, puesto que aparte de ser la primera institución hecha por Dios (reconocida como base fundamental de la sociedad) es en el calor de los hogares del primer siglo de nuestra época que la iglesia cristiana se reunió para llevar a cabo sus cultos, fue en la humildad y en la sencillez de los hogares donde se desarrollo lo que hoy conocemos formalmente como culto.
La iglesia en si se vuelve una extensión del hogar (en el sentido de hermandad y aceptación) porque pasamos a ser hermanos todos e hijos de Dios y es por eso que debemos entender y ver en la iglesia un organismo y no una simple organización; es decir , que si bien la iglesia debe estar organizada por individuos, se diferencia en que esta la conforman familias y no empleados.
La Biblia nos narra que toda la Familia de Estefanas fueron los primeros en recibir el evangelio con fe en aquellas tierras que conformaban parte de Grecia, ellos habían sido receptivos a la predicación del Apóstol y la gracia de Dios los condujo a tener fe a su mensaje; no se sabe mas de esto, si todos o uno por uno fueron alcanzados por Dios, ni especularemos de eso; pero si esta claro que la misericordia de Dios alcanzó a esta familia por completo.
Este hermoso y sencillo pasaje nos enseñan varias cosas, primero que es de grande bendición cuando un hogar esta lleno, gobernado y dirigido por Dios, puesto que fue de mención para el apóstol Pablo en sus escritos, vemos que eran ejemplo para los demás; segundo, que existía una verdadera unidad y entendimiento de manera que todos se acercaron a Cristo como familia; y tercero, que no podemos perder la esperanza que nuestras familias conozcan de Dios si, con mucha oración y esmero cultivamos las dos primeras razones. Es decir que si ponemos a nuestra familia en las manos de Dios enseñamos a temerle y cultivamos la unidad y el entendimiento, tengamos la certeza que el favor de Dios estará en nuestro hogar. Es imposible imponer la fe (como muchos padres quieren hacer con sus hijos) ni tampoco obligar al sometimiento de la palabra de Dios (como algunos esposos/as hacen con sus cónyuges) se debe trabajar y ejemplificar.
Otra bella descripción de esta ejemplar familia es que todos ellos habían dedicado sus vidas a servir a los demás cristianos; reconocimiento de humildad y no de orgullo, puesto que no ocupaban su privilegiado puesto para ser reconocidos, sino que dispusieron su tiempo para servir.
Es fundamental que el hogar cristiano se disponga al servicio del Señor a través de ayudar a otros, de manera individual, pero sobre todo grupal, porque el verdadero ejemplo se extiende cuando disponemos de servicio; por lo tanto debemos orar y procurar que todos en nuestro hogar deseen servir a otros creyentes, no ser orgullosos es un buen comienzo. Enseñemos en el hogar a servir a otros, no a servirnos de la iglesia y de los demás, no lleguemos solo a comer, lleguemos a cocinar, no lleguemos solo a sentarnos, levantemos sillas; fomentemos en todos deseo por entregar tiempo para el Señor porque a él servimos cuando servimos al prójimo, no exijamos hijos piadosos si no mostramos piedad, trabajemos para ser ejemplo no solo de nuestra propia familia sino de las demás.
Por ultimo Pablo les pide a los Corintios que se sujeten a toda persona que demuestre el mismo ejemplo de fe y servicio; es pues necesario que nos sujetemos a personas (familias) que tienen ejemplo digno; que les imitemos y les honremos como tales. No se trata de enaltecerlos, como en algunos lugares donde existen niveles socio-económicos, sino de tomarles de dignos de cierto respeto a aquellos que demuestran reputación de servicio y disposición a la obra del Señor.
Pero el propósito de este respeto es la ejemplificación y la imitación, algo importante porque aparte de ser un ideal para todo hogar, también es una responsabilidad de todo creyente de formar familias con semejantes rasgos dentro de esta oscura sociedad sin valores en los que vivimos, pero no solamente para la sociedad sino para nuestros demás hermanos que anhelan tener un hogar igual y para el bien propio.
Luchemos pues para alcanzar este ideal de un hogar que no sea de fotografía solamente, que no solo sea apariencia, sino de padres responsables y entregados a la obra y de hijos que se sometan y respeten a sus padres. que seamos dignos de ser imitados por quienes nos seguirán en la senda del evangelio.