En la angustia y la necesidad solamente Dios puede auxiliarnos; y debemos tener esta mentalidad y convicción muy presente en toda circunstancia de nuestras vidas y no ser como las personas que tienden a buscar salidas y alternativas antes que rendirse a Su Creador; las personas cristianas muestran su verdadera confianza en Dios cuando no ven otra salida y otra salvación fuera de Dios y le invocan.
Justamente la acción de buscar, clamar e invocar a Dios en la angustia es algo que casi todos los humanos hacen, pero que al no hacerse con verdadera fe es simplemente un acto de desesperación vacío, pues solo es el resultado del miedo y no de la confianza pura y verdadera; los cristianos debemos entender que Dios desea que le invoquemos y que le clamemos pero que este acto sea nacido de la confianza que conduce a la salvación, es decir de aquella fe que tiene su dependencia absoluta en Dios.
Los cristianos sabemos que la vida fuera de Dios no tiene ningún valor ni sentido, mucho menos los momentos angustiosos y es por ello que miramos (o deberíamos mirar) a Dios solamente y nuestro clamor es nacido del corazón arrepentido y transformado por su Santo Espíritu; es por esta razón que cuando hablamos de clamar e invocar a Dios entendemos que no es un simple acto de oración solamente sino de dependencia absoluta en aquel que ya salvo nuestras vidas, es decir Jesucristo y que puede rescatarnos de los más graves asuntos que podamos imaginar.
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