domingo, 4 de septiembre de 2016

Siervos de Dios y no del pecado

Cielo estrellado con texto biblico
Romanos 6: 12 – 14

Como cristianos, debemos comprender y dejar muy en claro tanto para nosotros mismos como para otros que, ya no somos personas que viven haciendo su propia voluntad y deseo, sino que siendo conocedores de la gracia de Dios y de su infinita misericordia en Jesucristo, debemos sentirnos movidos a vivir agradándole y sirviéndole con todo nuestro ser y de ser posible aun entregando nuestras vidas, y que esta verdad es ineludible por ser obra sobrenatural que El Espíritu Santo hace en los creyentes a quienes llena de convicción y confianza.
También debemos reconocer que nuestra naturaleza pecaminosa, inclinada a la maldad y desobediencia se convierte en un grave problema para poder vivir una vida santa y agradable a Dios, sin embargo Dios nos ha dado por medio de La Biblia las maneras para contrarrestar esta condición, con la finalidad de perfeccionar en nosotros su obra y voluntad, por lo que como hijos suyos estamos en la obligación de conocer y hacer lo que el pide para cumplirlo, lo contrario seria negligencia y en el peor de los casos podría significar que no conocemos realmente de Dios.
                                              
Versiculo. 12 - 13 
El apóstol Pablo describe en su carta a los Romanos lo que debe ser la conducta de los cristianos hacia el asunto del pecado, ya que como personas que han experimentado un encuentro con Dios por medio de Jesucristo, no pueden vivir de la misma manera en que vivieron antes de profesar fe; y lo ilustra de manera que sus lectores comprendieran que ellos no debían dar oportunidad a que su naturaleza pecaminosa los dominara. Pablo argumenta que, ya que no tenemos mas parte con este mundo sino que estamos en deuda con Dios, los creyentes no pueden permitirse ser gobernados por el pecado ni tampoco ofrecerse voluntariamente para servir a la iniquidad.
Cada creyente debe estar consiente de que el llamado a seguir a Cristo implica morir a uno mismo y por tal razón no se puede dar la oportunidad de disponerse a vivir como lo haría un inconverso, si se pretende vivir de esa manera debe realmente auto examinarse acerca de su supuesta conversión; notemos que el Apóstol habla de ofrecimiento voluntario y acciones premeditadas hacia el pecado y que lleva como consecuencia la rutina, lo que ofensivo a Dios y es que no estamos exentos de pecar, pero si de vivir una vida contraria a nuestra profesión (1° Pedro 1: 16)                                                                                                                            Versiculo. 13
Para poder combatir contra estas actitudes el Apóstol Pablo hace énfasis en que los creyentes debemos sustituir nuestros antiguos patrones de conducta y enfocarlos en Dios, de manera si antes reinaba en nosotros el deseo de pecar, ahora debemos hacer morir esos deseos presentándonos delante del verdadero Rey, y si antes servíamos como instrumentos de iniquidad ahora debemos hacerlo para cumplir la justicia de Dios; al remplazar nuestras actitudes antiguas por lo que Dios ordena estaremos rompiendo con la vieja rutina y escalaremos poco a poco hacia una vida santa y justa como Dios desea.
Debemos por lo tanto, ser enfáticos en que este cambio de actitudes se convierte en una necesidad para cada creyente por múltiples razones, pero que obedece principalmente a una (y es el argumento de Pablo en este capitulo) y es que "ya no podemos seguir sirviendo al pecado aquellos que hemos nacido de nuevo" y es una señal de tal transformación servir con nuestra vida a quien antes ofendíamos con nuestras acciones.
Esto también nos enseña que es un cambio activo y no pasivo, es decir que todo aquel que sigue a Cristo, no solamente debe abandonar el pecado y su vana manera de vivir, sino que debe empezar a caminar por la vida como peregrino hacia el celestial destino que le espera por la senda de la santidad y la obediencia; en otras palabras, el creyente abandona el pecado y sirve a Dios, no puede hacer solamente una de estas dos acciones, son un complemento.                                                                                                                                                    Versiculo. 14 
El apóstol Pablo concluye este pensamiento con la idea de que este cambio de actitudes y valores y la inclinación a hacer lo que es santo y correcto se debe a que ya no somos esclavos del pecado, como nos lo confirmaba La Ley (Romanos 7: 7), sino que ahora que hemos conocido la gracia de Dios a través de su Hijo Jesucristo, el pecado ya no puede gobernar sobre nosotros por Condición (hemos muerto al pecado en Cristo según Romanos 6: 1) y por Convicción (debemos desear hacer lo justo según Romanos 6: 19)
Lamentablemente muchos piensan que podemos llevar una vida alternativa y alineada a ambos lados, el pecado y Dios, lo cual no es posible (Santiago 4: 4) ya que primeramente si hemos conocido la gracia de Dios ya no somos los mismos (hemos nacido de nuevo), y en segunda razón porque este conocimiento de su favor en Cristo produce un deseo de cambiar  y vivir para hacer su voluntad; y aunque la lucha contra los deseos pecaminosos permanecen en nosotros, no el deseo de ser fieles a Dios es mayor (Romanos 8: 14: 15) 
Bajo estas premisas podemos concluir que, el creyente no debe darse la oportunidad que el pecado gobierne su vida, sino que debe cambiar de hábitos y actitudes que lo lleven a servir a Dios, pues ya no es esclavo del pecado sino que ahora conoce la gracia de Dios. 

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