La salvación del hombre esta en Dios

El ser humano necesita ser salvado de su condición espiritual, independientemente de la persona que sea o la condición en la viva o del lugar en el que se encuentre, todos los seres humanos están bajo la condenación de sus pecados, talvez el mayor problema no sea reconocer que los humanos reconozcan que están perdidos (pues muchos lo saben) sino en la manera en que pretenden solucionar su triste condición. Ya que la salvación se encuentra solo en Dios y en su Hijo Jesucristo.

Para sustentar su falta de moralidad y de salud espiritual, las personas inventan y crean toda clase de caminos y soluciones posibles para ser encontrados "Buenos" y es así como encontramos diversidades de religiones y creencias que lo único que hacen es pretender que el hombre (y la mujer) sean competentes para alcanzar el favor de Dios y salvar sus almas, pero ¿Es posible que el hombre se salve a si mismo? La respuesta es NO.

La biblia (que es la voluntad de Dios) establece que los hombres están todos bajo pecado y que por tal razón están condenados (Romanos 3: 10 – 12) y por ello Dios mismo se dispuso a salvar para si mismo un pueblo por medio de Jesús  (Romanos 3: 23 – 24) y debemos entender, creer y mantener esta idea como la única solución y salvedad de la condenación que yace sobre todos nosotros.

¿Qué debe hacer el ser humano entonces? Creer y esperar en Jesús, ya que este es el Salvador que Dios estableció, pues desde el principio de los tiempos y hasta el día de hoy la salvación se ha encontrado siempre en las manos de Dios, siempre el hombre ha necesitado de Dios y de su gracia; pero esta verdad ofende a muchos y es por eso que prefieren seguir experimentando y probando caminos alternativos e ideas sin sentido antes que humillarse ante el Creador.

Los cristianos debemos con mayor razón aferrarnos a nuestra esperanza de salvación en Jesús, ya que consientes de que solo él es el camino a Dios, no tenemos razón alguna para retroceder o dudar, aun cuando la noche se vuelva terriblemente oscura y aúllen a nuestro alrededor las huestes de maldad, nada nos apartara del brazo del Señor.