La confianza en Dios es algo primordial cuando decimos que somos cristianos, incluso esa confianza que podamos tener nos distingue de las personas no convertidas a la fe, ya que la misma Biblia atestigua que quienes buscan a Dios deben creer que existe y que es galardonado de quienes le buscan (Hebreos 11: 6) para tal fin nuestra confianza es puesta a prueba un sinfín de veces, de manera que quienes se ejercitan en ella, sean fortalecidos (Santiago 1: 2 – 4)
De todas maneras, cuando hablamos de nuestra confianza, nunca debemos pensar que pasamos por pruebas porque Dios no sea capaz de librarnos, sino que es la manera en que queda demostrado que le necesitamos, ya que una de sus promesas ha sido nunca dejarnos (Hebreos 13:5); en ese sentido, nunca nos encontramos solos si confiamos en Dios, aun en la noche mas oscura podemos decir que Dios es nuestra fortaleza y nuestro libertados.
El Texto de 2° Samuel 22: 2 en conjunto con todo lo anterior nos demuestra que podemos y debemos mantenernos firmes porque no podemos tener mejor salvador y rescate que poner nuestra mirada en Dios y su hijo Jesucristo; ya que siendo Dios fiel a sus promesas y siendo galardonador de quienes creen en él, las pruebas son solamente la manera en que podemos crecer en nuestra confianza.
Imagínense que no pasara nada malo en nuestras vidas terrenales, aunque fuese algo maravilloso (humanamente hablando) estaríamos en riesgo de creernos autosuficientes, además de que no conoceríamos la mano poderosa y libertadora de Dios, pues quienes la experimentan saben de que no hay nada mas maravilloso que hallándose perdido y abandonado, seamos iluminados y rescatados con el gran Poder de Dios.
Por todo lo anterior, la confianza en Dios debe ser un distintivo exclusivo de los cristianos, desde su conversión hasta el fin de sus días; y aunque a veces tengamos altibajos y momentos en los que pareciera que no hay esperanza, nosotros debemos seguir firmes y sin dudar que Dios será nuestro libertador.
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