Muchas personas aprovechan la soledad y el silencio de la noche, para hacer reflexión de sus actos y eventos que han vivido durante el día, ocupan ese momento para mirar hacia atrás y pensar que hicieron bien y que no; los cristianos debemos hacer lo mismo cada noche, consientes que nuestra reflexión a diferencia de las demás personas es mas que pensamiento propio, sino que es motivado por Dios, quien nos hace meditar para enseñarnos su voluntad y aprovechar esto como una herramienta de crecimiento espiritual.
Al igual que la oración matutina nos guía a la confianza, la meditación antes de acostarnos nos hace comprender el consejo de Dios, ya que nuestra conciencia actúa como instrumento para que el Espíritu Santo nos llame la atención hacia las cosas en las que fallamos y que debemos mejorar, de manera que ese es el momento apropiado para hacer nuevos propósitos basados en el consejo de Dios.
No desaprovechemos pues los momentos de soledad para meditar y dejarnos guiar en nuestras conciencias por el Espíritu Santo de Dios, ni nos dejemos vencer por el sueño sin antes haber hecho una vista al día que hemos pasado para darnos cuenta que quiere Dios que hagamos mejor para el día siguiente; esta clase de meditación es sumamente vital y por eso el salmista hace mención de ello (salmo 16: 7), sabiendo que la mejor escuela esta en estar a solas con Dios.
Pidamos al padre tener la pasión de nuestro señor Jesús, quien siempre buscaba esos momentos íntimos para orar y tener comunión directa (Mateo 26: 36) debemos nosotros hacer igual que nuestro Señor y buscar el rostro de Dios cuando se prestan estos momentos y descargar nuestras almas ante él, haciéndolo así, Dios nos enseñara y aconsejara sobre lo que hemos hecho y en la noche encontraremos las respuestas que muchas veces buscamos inútilmente solos durante el día.
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