Acerquémonos a Dios, es una invitación muy importante y que el escritor de la carta a los Hebreos hace, no solamente a quienes no son cristianos, sino a nosotros los que creemos en Jesús y hemos dedicado nuestra vida a él, pues a los creyentes va dirigida la carta; por lo tanto es una invitación que no podemos dejar a un lado y que nos llama a reflexionar si después de algún tiempo de andar en el camino de la fe, podríamos habernos detenido o desviado un poco, a nosotros nos hace la invitación a acercarnos a Dios.
Pero ¿Por qué hacer una invitación a aquellos que ya se han acercado a Dios? Pues porque acercarse a Dios no es un acto eventual, no es una acción de una sola vez, sino mas bien, es un caminar una vida con dirección a Dios, algo que muchas veces olvidamos con el paso de los años, ya que nos volvemos costumbristas y tradicionales en nuestra fe, y tomamos la oración, la lectura bíblica, la congregación y la vida piadosa como acciones pasajeras de un novato en la fe.
Llega el momento en la vida de todo cristiano en que empieza a acomodarse y piensa que sabe todo lo necesario como para seguir esforzándose demasiado; esto no es así, sino que el creyente debe cada día acercarse a Dios con la confianza del primer día, del momento en que entendió que a un corazón contrito y humillado no es despreciado por Dios (salmo 51: 17) y esperar poder alcanzar misericordia y gracia para ser rescatado de los males de cada día.
La vida cristiana es de constancia y perseverancia, no puede definirse el caminar cristiano de otra manera que no sea marchando firme y sin detenerse; puesto que nuestra herencia y esperanza no esta en las cosas temporales sino en las cosas eternas, por eso debemos buscar a Dios y acercarnos fielmente a él; esta es una invitación que no podemos despreciar, debemos aceptar que aun seguimos necesitando de Jesucristo tanto como la primera vez que el volteo nuestras miradas a la cruz y encontramos salvación.
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