Los que somos cristianos, sabemos por la lectura de la Biblia y por experiencia propia que nuestro Dios hace maravillas, es decir cosas extraordinarias que a través de su gracia y bondad nos muestra en aquellas cosas que le solicitamos, sabedores que lo hace por beneplácito suyo, por el amor que como hijos nos tiene y si cumplen sus propósitos; pero hay algo de lo que poco o nada se habla cuando mencionamos de sus maravillas, es la necesidad de los creyentes a santificarse para ese propósito.
Cuando Josué líder del pueblo de Israel el sucesor de Moisés y designado por Dios, preparaba al pueblo para entrar en la Tierra Prometida, con la confianza puesta en que Dios habría de cumplir sus promesas de protección durante su trayecto y de su victoria en la conquista, solicita ahora del pueblo que, para que puedan ser testigos de las maravillas de Dios, debían primero santificarse.
¿Qué tan importante es la santificación? También debemos aclarar que santificación es la aptitud de los creyentes a vivir mas piadosamente, alejándose del pecado y viviendo con mayor interés por las cosas espirituales, no se refiere a acciones externas solamente ni a rituales extraños, en el caso de los israelitas, había un proceso que Dios les había establecido y ellos entendían que este proceso requería de obediencia mas que de los actos que hicieran externamente.
Nosotros debemos vivir santificándonos, hacer de esto un estilo de vida y una manera de expresar el cambio que Dios produjo en nosotros; ya que si nos rescató del pecado es para vivir lejos del mismo y para cumplir su voluntad en nosotros; mediante una vida temerosa y obediente a Dios es que podremos ser testigos de las maravillas sus maravillas.
El hombre en pecado, vive cegado y renuente a cumplir la voluntad de Dios, esto le imposibilita para apreciar, el poder Dios, pero el creyente que se santifica y que busca cumplir la voluntad de Dios, que vive entregando cada día mas de si mismo y dejando que Dios gobierne y dirija su vida, tiene la vista clara y es capaz no solo de ver las maravillas de Dios, sino también de disfrutarlas.
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