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Alguna vez te has preguntado ¿Por qué los cristianos no nos cansamos de hablar y predicar de Cristo? esta obvia pregunta para los creyentes es fácil de contestar, pero para quienes no han entregado sus vidas a Dios y viven como quieren, si es incomprensible; Las personas en su estado natural, sin la guía y la luz de la Palabra de Dios ven a nuestra forma de actuar y vivir como locura. Lo preocupante es cuando los mismos cristianos no quieren hablar de Jesús y del evangelio ¿Por qué algunos creyentes parecieran cansarse de hablar y predicar de cristo? Esa pregunta si me parece incomprensible.
Una incomprensible aptitud
Es extraño cuando una persona se niegue a hablar de Dios después de, no solo ver sino también experimentar en carne propia la grandeza y la misericordia de Dios, que siendo enemigos a causa del pecado, Dios otorgue perdón a cambio de arrepentimiento y fe; que haya podido ver como Dios fielmente cumple todas sus promesas y suple cada necesidad, que muestre su sabiduría que sobrepasa todo entendimiento guardando el camino de quienes creen en él, utilizando aun las pruebas y las dificultades para lograr su perfecto propósito y que haya dado comprensión de tales propósitos a través de la Biblia.
El salmista dice que todos los hechos de Dios son estupendos, tanto así que aun los hombres hablan de ellos, y eso es bien cierto ya que aun los incrédulos no pueden dejar de observar a Dios cuando muestra su gran benevolencia en medio de las circunstancias en las que solo el poder divino puede obrar y salvar; es allí donde con mucha vergüenza los que confiamos en Dios y no queremos hablar de él deberíamos reflejarnos.
Somos publicadores de grandezas
Somos guardianes del evangelio, baluartes de la fe, proclamadores de la gracia y ministros de Dios, todos lo somos, si hemos creído y hemos recibido perdón de Dios en Jesucristo, no podemos callarnos; debemos ser publicadores de grandezas, de las obras de Dios, ya que si no lo hacemos, Jesucristo mismo dijo que las piedras lo harían por nosotros (Lucas 19: 40) y mis amados hermanos, daremos cuentas de ello.
Recuerde que a los cristianos se nos ha dado este gran privilegio de guiar a los hombres y mujeres a la fe, sino, las personas levantaran sus cabezas, reconocerán que Dios es grande y volverán a bajar sus cabezas y seguirán sus caminos sin esperanza y sin luz; es hora de demostrar quienes somos y por quien hemos llegado a ser así, la gloria sea a Dios.
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