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Me refiero a que para muchos es difícil diferencia cuando algo esta malo o no, porque están acostumbrados a hacerlo y no filtramos las cosas a la luz de la Biblia, que sabemos es la voluntad escrita de Dios, sino que utilizamos nuestro propio criterio y la costumbre o la cultura para darle crédito a nuestras malas costumbres.
Otra posible razón, es que la manera en que se nos ha enseñado que debemos leer la Biblia este incorrecta, no digo que sea en todos los casos, pero si en muchos, ya que al leerla parecemos viajeros en un camino largo, que pasa por alto los lugares incomodos y nos detenemos donde nos sentimos placenteros y sin obligación alguna.
¿Qué podemos hacer para remediar esto?
Aprender, así de claro es, debemos aprender a hacer la voluntad de Dios; ya que poseemos una nueva naturaleza aquellos que hemos puesto nuestra confianza en Jesucristo, debemos empezar a tomar nuevos principios, nuevas normas y nuevos valores, todos estos bajo una nueva valoración divina, no bajo los preceptos humanos y comunes que siempre hemos tenido, sino bajo los preceptos de Dios.
El salmista sabia esto y por eso suplico a Dios que fuese él quien le enseñara ha hacer su voluntad; una preciosa y muy valiosa petición; y algo digno de imitar por todos los que somos cristianos, debemos empezar a pedirle al Señor que sea él quien nos enseñe, que nos ilumine y que nos guie con su Santa Palabra, la Biblia.
Métodos para aprender
Son tres fáciles pasos que el Salmo 143 nos describe en su versículo 10:
el primero se describe por la suplica del salmista en aprender al punto de exclamar "enséñame" es tener el deseo de aprender y es algo que todo cristianos debe necesitar, sentir deseo por aprender de Dios como parte de su desarrollo y peregrinaje en un mundo hostil, sabedor que no lograremos nada sin su dirección.
el segundo es tener mentalizado quien nos enseña y por eso el salmista continua diciendo "porque tú eres mi Dios" es decir saber que la guía divina se debe tomar con mucha santidad y respeto, sabiendo que Dios es juez y Padre, que guía y enseña con justa fidelidad y por lo tanto debemos vivir a la altura de sus enseñanzas, en sencillas palabras, no tomar en juego su dirección.
el tercero es seguir la enseñanza, lo cual podemos notar en la suplica final que dice "tu buen Espíritu me guie" lo cual es claro ejemplo del deseo tanto de Dios de lograr en nosotros un cambio como de nosotros de permitirle moldearnos a su voluntad, lo cual es progresivo y no regresivo, debemos pues permitirnos ser guiados por su voluntad.
Obedezcamos pues a Dios y permitámosle guiar nuestros pasos, sometámonos a su voluntad y apreciaremos su grande misericordia, es un proceso que todo creyente debe permitir, no desearlo es una señal peligrosa que debería hacernos examinar nuestro caminar con Dios, pidámosle pues que nos enseñe a hacer su voluntad.
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