domingo, 6 de septiembre de 2015

Convirtiendo la maldición en bendición

Luz en Jesús
Las acciones nuestras afectan a todos, incluyendonos, sin embargo no vemos el alcance de nuestros actos hasta que es demasiado tarde; hoy veremos biblicamente como podemos convertirnos a veces en maldición para otros y nosotros mismos y como podemos tambien revertir esto para bendición a otros.

Santiago 4: 4; Josué 6: 18

OBJETIVO: Que la iglesia aprenda a estar en este mundo sin ser participe de su desobediencia a Dios. Que se separen de aquello que no traerá ningún buen fin en su relación con Dios.

Algo que debe distinguir al cristiano de entre la demás gente es que a pesar de vivir entre ellos, el resplandece con la luz de Cristo (Mateo 5: 14) separando así de las tinieblas del pecado su vida y automáticamente entregándose a la voluntad de Dios.
Por lo tanto no debe ni puede existir una amistad con el mundo tan profunda que disminuya la luz que Cristo nos ha dado; esto provoca enemistad contra Dios, el pueblo Israelita aprendió con fuertes ejemplos vividos de la consecuencia de ello.

Convirtiendo la bendición a maldición (Josué 6: 18)

La palabra Anatema (Heb. Herem) siempre es tomada como maldición pero realmente describe algo que ha sido apartado del uso común y destinado ya sea al templo o a la destrucción y puede traducirse también como consagrado en este caso el separarse de lo inmundo seria de bendición al pueblo.
Dios ordeno a Josué apartar aquello que no podía servirles para bendición; el Cristiano debe comprender que esta apartado para Dios, pero que a veces nos convertimos en algo de deshonra cuando permitimos que el mundo entre con sus ideas negativas, nuestras vidas deben ser el reflejo de Cristo pero a veces opacamos su imagen al mundo.

Convirtiendo la maldición a destrucción (Josué 7: 1  11; 21 - 26)

Acan (Heb. Hakar, destrucción, turbación) transgredió el mandato de Dios, trayendo destrucción al pueblo, su pecado ocasionó graves daños físicos, además del decaimiento espiritual, hasta el punto de perder la confianza en Dios (v. 7  9) y culpándole a él de dicho acontecimiento, a lo cual Dios les responde (v. 10  11)
Estas consecuencias son evidencias claras de una falta de comunión con Dios por tener una excesiva codicia por lo que el mundo ofrece, este cuadro no es nuevo, se ve desde el principio de la creación (comp. 7: 21 con Génesis 3: 6) el creyente no puede permitir que el mundo introduzca su letal veneno en su corazón, cuando esto pueda ocurrir el creyente sabio tiene solución (Efesios 6: 13)

Convirtiendo la destrucción a bendición (Josué 7: 25, 26; 8: 2)

Josué tuvo que actuar tajantemente para parar este caso, así como cuando una cangrena invade el cuerpo, la única solución es quitar la zona afectada, aquel lugar y aquella situación no podía continuar y recordó al pueblo que debían permanecer firmes a Dios para que Dios les prosperara.
También cabe destacar que todas nuestras acciones siempre dañaran o afectaran a otros, parece cruel pero Cristo mismo advirtió que aquello o aquellos que dañan nuestra relación con él deben ser cortados (Mateo 18: 6  8) el mundo nos rodea pero no debe contaminarnos, nosotros somos quienes debemos llenarlo de Jesucristo, debemos medir si lo estamos haciendo o no.

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