sábado, 28 de octubre de 2017

La gracia de Dios y la responsabilidad de los creyentes

Mujer pensativa con texto bíblico

2° Reyes 7: 3 – 9 

Versículos. 3-4 
Este relato nos muestra el terrible asedio Sirio por el cual estaban pasando los habitantes en Samaria, por lo que estos leprosos, sabiendo que su esperanza era nula (debido al hambre y a su terrible condición) optan por buscar el campamento del ejército invasor, pues no podían entrar a la ciudad (aunque lo lograrán no había comida) y no podían quedarse allí afuera (peligraban estar en medio de la batalla) así se resignan a su terrible destino de infortunio.
Esto nos puede recordar e ilustrar la condición humana, quien, sumido en su pecado, cual lepra que carcome su alma y destruye su espíritu, no siente más esperanza ni encuentran descanso en ninguna parte, solo le queda esperar lo que llama suerte (que terrible depender de algo tan vano como la suerte) la muerte le asedia por todos lados y las expectativas de futuro son tan oscuras como la noche misma.
Las personas están vacías y sin nada por delante que pueda aliviar la carga de sus faltas y sus errores y las pocas alegrías que pueda ofrecerle la vida solo terminan resaltando lo vana que es su existencia; lamentablemente muy pocos llegan a despertar de la ceguera que el pecado produce y prefieren abandonarse al igual que estos leprosos del relato al infortunio de sus negligentes vidas.


Versículos. 5-8
El relato toma un giro asombroso (que más puede esperarse cuando Dios interviene) y la búsqueda de aquellos resignados leprosos de pronto termina en gran alegría, pues pasaron de esperar la muerte y de no tener nada, a encontrarse con comida y un gran botín; pues Dios había confundido a los Sirios para que huyeran despavoridos dejando atrás todas sus riquezas, algo que para estos miserables hombres era ahora un grandioso milagro, que buscando la muerte encontraron vida, esperando la oscuridad hallaron luz y dándolo todo por perdido, ahora eran ricos.
Una vez más podemos ilustrar algo, pero esta vez algo maravilloso, un milagro de esperanza y vida, solo podemos llamarlo "Gracia" si, gracia; es justamente lo que aquí podemos admirar, pues así aquellos que no tenían ni merecían nada, habían pasado a tenerlo todo y de esperar la muerte a ver vida abundante; la lepra que les invadía había pasado a segundo plano pues ahora tenían la abundancia que nunca tuvieron, así y mucho mayor es la gracia de Dios.
Oh sublime gracia, favor inmerecido, amor sin límite aun siendo lo que somos; esa es la gracia, es Cristo muriendo por pecadores enfermos que no tenían esperanza, es encontrar luz cuando debíamos hallar tinieblas y vernos en riquezas cuando merecíamos estar en podredumbre; esa condición comprada con sangre del justo Jesús, esa obra que al igual que con aquellos leprosos solo pudo ser hecha por Dios, es aquello que debe motivarnos a gritar Aleluya por el resto de nuestras vidas.

Versículo. 9
Pero después que aquellos miserables hombres habían pasado la noche de sus vidas, se habían deleitado y disfrutado de banquetes y lujos, notan que a pesar de su alegría, había algo allí que no estaba bien, algo no encajaba en aquella utopía que estaban experimentando; ellos sabían que hacían mal con disfrutar de todo aquello ellos solos, sabían que el pueblo en Samaria tenían hambre y morían a causa del asedio, no tenían esperanza y solo esperaban la muerte, justo como ellos lo habían hecho unas horas antes, por lo que decidieron ir y avisar al rey y al pueblo el tesoro que habían encontrado, antes que les alcanzase su maldad.
Nótese que llamaron maldad no compartir aquello que habían encontrado, era maldad haber disfrutado solos mientras otros morían en su necesidad, era maldad haberse saciado sabiendo que hay quienes aún vivían insatisfechos; que gran ilustración, que nos muestra cuan malos somos cuando callamos las verdades del evangelio que nos ha dado la vida.
Somos malos cuando probamos a nuestros hijos de conocer a Cristo, somos malos cuando nos reservamos para nosotros solos la luz de la verdad en nuestro trabajo, somos malos cuando vemos morir a otros en desesperación y nosotros vivimos llenos de esperanza, somos malos cuando después que fuimos rescatados de las llamas del infierno, callamos porque no queremos cumplir con lo que se nos encomendó, somos cristianos aquellos que no callamos la verdad.  Y tú, ¿te avergonzaras de tu fe y callaras la verdad?

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