martes, 26 de septiembre de 2017

Que pide Dios de nosotros

Miqueas 6: 6 – 8

Muchas buenas personas con muchas buenas intenciones llenan las congregaciones, estas personas están dispuestas a dar sin esperar nada a cambio, y aunque a nuestros ojos cumplen con lo que quisiéramos de cada creyente, Dios no se agrada de ellos ni de sus acciones porque no cumplen un principio muy importante que las escrituras nos dicen, vamos a meditar en ese principio bíblico y aprender a hacer nuestras acciones con el enfoque correcto que a Dios le agrada


6 ¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año?  7 ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? 

El profeta Miqueas pregunta al pueblo sobre cómo debían presentarse delante de Dios para adorarle, algo que todo israelita estaba obligado a hacer y con otra serie de preguntas el mismo se responde cuestionándoles sus aptitudes contra sus acciones, pues por medio de la exageración intenta demostrarles que estaban mal enfocados en cuanto a cómo agradar a Dios; estas exageraciones eran las siguientes:  
¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? (lo mejor) ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? (la mayor cantidad) ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? (lo que más amamos) 
No debemos mal interpretar este pasaje, pues como cristianos, ciertamente debemos entregar a Dios lo mejor de nosotros, el mayor tiempo posible y con todo nuestro corazón, es parte de nuestra nueva naturaleza priorizar a Dios y enfocar todo hacia su honra y gloria; pero el profeta en este texto quiere dejarnos muy en claro que todas estas cosas que podamos hacer para Dios, si están mal enfocadas solo serán acciones sin valor.
La idea es que no debemos creer que a Dios se le pueda impresionar con la cantidad o el valor de nuestras acciones (Isaías 64: 6) por muy intencionadas que estas puedan ser, si nuestro enfoque está en querer "comprar el favor de Dios" estamos muy equivocados; debemos servir a Dios y entregarnos a él por ser quien es él (apocalipsis 15: 4)

8 oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.

El profeta no deja en vilo al pueblo y les dice que Dios ya les había dicho que quería de ellos (Deuteronomio 10: 12) les había dejado su Ley y sus mandamientos, los cuales describían cual debía ser su proceder y su camino a tomar, les había instruido en la justicia y la misericordia, les había exhortado a que le amaran porque les había mostrado su favor, Dios no los había dejado sin instrucción, por lo que no podían excusarse.
Debemos entender que este es el verdadero enfoque que le da validez al argumento anterior, es decir que todo ofrecimiento, sacrificio y ofrenda que pudiera hacerse al Señor debía ir impregnado de un corazón obediente que buscara hacer la voluntad de su Dios. Este principio no anulaba lo primero, sino que lo revalidaba y lo hacía ser un verdadero ofrecimiento agradable para Dios.
Lo que podemos extraer para nosotros es que debemos entregar lo mejor que tengamos para Dios pues el Señor es digno, pero debemos hacerlo con los propósitos correctos y bajo los principios bíblicos establecidos, los cuales son: porque Dios es digno de toda honra y porque le agrada que llevemos una vida recta y justa según su Santa Palabra; pues de estas personas Dios recibe todo sacrificio como olor grato para él.

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