miércoles, 12 de octubre de 2016

El favor de Dios

Rostro de niña con versiculo biblico del dia
No existe sobre la tierra algo mejor que contar con el favor de Dios, ya que cuando contamos con su respaldo y su gracia las penas y problemas que a diario afrontamos no solamente se aligeran de nuestras espaldas, sino que también podemos sentirnos confiados que no importando el resultado Dios esta de nuestro lado, lo cual es sumamente maravilloso; pero el favor de Dios implica que estemos de acuerdo con él, en sus mandatos y preceptos ya que la Biblia nos indica a esas personas Dios muestra su favor.
Debemos aclarar antes de proseguir que todo favor que proviene de Dios es dado por gracia (es decir por misericordia de parte de él sin haber en nosotros nada a favor) por lo que al hablar de alcanzar su favor, el proverbista (12: 2) nos indica que aquellos que caminan íntegramente en sus caminos (los buenos) alcanzan su favor y como sabemos que ninguno es bueno (Romanos 3: 10) podemos comprender que esto habla de aquellos que se han acercado a Dios por salvación en Jesús y encontrándole han decidido caminar tras de él.
Estas personas que ahora son considerados por Dios como buenas porque han decidido vivir obedeciendo a Dios alcanzan su favor; pongámonos a pensar en lo grande que es esto, ya que tener la aprobación de Dios es algo que no puede compararse con el favor de las personas o con las posesiones temporales que no ayudan, las personas que cuentan con su favor pueden caminar confiadamente en medio de cualquier circunstancia con la garantía de salir bajo el manto de su divina protección.
Sin embargo hay personas que prefieren rechazar su favor y consientes de lo que es bueno caminan bajo sus propios pensamientos e ideas y ya que los pensamientos de los hombres son malos por naturaleza, apartarse del favor de Dios no trae mas que condenación y juicio para si mismos; a esta idea se oponen muchos alegando que no hacen daño a nadie y que hacen lo bueno (según ellos) sin embargo la medida que usan para este pensamiento es la comparación con otros semejantes, cuando la regla para medirnos es la Palabra de Dios, quien nos dice su voluntad y nos muestra cuanto le necesitamos.      

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