miércoles, 10 de junio de 2015
Los padres cristianos y la responsabilidad de enseñar palabra de Dios para nuestros hijos
La ardua tarea de ser padres no podra ser mas facil que si lo hacemos de la mano con Dios, La Biblia nos ayuda dandonos la guia y la instrucción y aca comparto unos consejos sobre como lograr ese objetivo
Deuteronomio 6: 20 – 25
Necesitamos inculcar la palabra de Dios a nuestros hijos, a través de la constancia, con explicaciones coherentes y satisfactorias, por medio del ejemplo y la conducta; motivándolos así a continuar nuestro proseguir en la fe.
Los Israelitas (una nueva generación que estaba por entrar a la Tierra Prometida) estaban siendo re inducidos por Moisés en la Ley de Jehová; para que de allí en adelante ellos y toda su descendencia no se apartaran del camino indicado por Dios, para tal objetivo Dios les dictamina la actitud que debían tomar y así enseñarles ellos a sus hijos.
Y es que debemos tomar en serio este llamado de Dios de moldear nuestras vidas a su palabra para que también así nuestros hijos tomen en serio la fe Cristiana, que no vean en la iglesia un grupo de reunión o una monótona actividad dominical sin mayor trascendencia en sus vidas. No solo por el bien propio sino por el de ellos, pues esto son cosas espirituales y eternas.
† Inculcar la palabra de Dios (v. 20) Insistirles en obedecerla
Moisés les hace ver a los Israelitas que tarde o temprano los hijos preguntaran el porque de nuestra obediencia a la palabra de Dios y responder simplemente “Nosotros la obedecemos porque si” o “en esta casa se hora porque yo digo” no basta; el texto implica una insistencia y un ejemplo a seguir, la pregunta nace de la curiosidad de los hijos de ver un estilo de vida diferente y valores contrarios a la inmoralidad social que impera.
Por ello debemos primero generar constancia en nuestro ejemplo; que no nos vean agarrar la Biblia una vez (el domingo por la mañana) y orar cinco minutos (cuando estamos enfermos); Porque si solo ven oración, lectura y congregación tradicional solo será liturgia religiosa. Es que vean en nosotros un estilo de vida, que vean un temor real y verdadero a Dios en nosotros; porque nuestros hijos imitaran lo que vean de nosotros y rechazaran lo que salga de nuestra boca que no sea coherente con nuestro vivir.
La naturaleza de nuestras acciones les hará preguntar ¿Qué significa esto? ¿Por qué lo hacemos? Pero para ello debemos generarles ese hincapié; no es ordenarles que lo hagan, es hacerlo con ellos. El no hacerlo así puede generar solo dos clases de hijos: los moralmente aceptables (pero vacíos de fe) y los rebeldes (aborrecedores de la fe) y ninguno de los dos agrada a Dios.
† Explicar la razón de obedecer la palabra de Dios (v. 21 – 24) Mostrarles porque la obedecemos
Ahora bien, el ejemplo debe ir acompañado de algo razonable, allí entra el conocimiento y la experiencia de nuestra fe; por eso Moisés les dice a los Israelitas que al surgir la pregunta en sus hijos, ellos les narraran como Dios les había librado, recompensado y dictaminado lo que debían hacer.
Pero a veces nuestro propio desconocimiento de la fe que profesamos y la irresponsabilidad de querer enseñarla, la hemos descargado en la iglesia; que si bien lo hace con agrado y satisfacción; no suple la responsabilidad que Dios ha delegado en los hombros de los padres; somos nosotros los que hemos de dar cuenta.
Esta actitud poco alentadora puede ser por dos simples razones; o no tenemos una verdadera y real experiencia con Dios, o no comprendemos el valor de tener una. Me refiero a que si hemos experimentado la gracia de Dios, y decimos amar a nuestros hijos, desearemos que ellos también conozcan a Dios, y no que lo conozcan a medias, o que otro lo guié, sino que nosotros personalmente lo querremos llevar a ver a Dios y mostrarles lo que hemos descubierto.
† Motivar a obedecer la palabra de Dios (v. 25) animar a seguir obedeciéndola
Por ultimo Moisés les dice que al haberles mostrado a nuestros hijos con ejemplo y explicado con fundamento el porque obedecemos a Dios, nos toca motivarles al hacerles ver lo que implica caminar con Dios y como este recompensa una vida recta ante sus ojos.
No nos referimos a tener bienes y ufanarnos de ellos; porque eso solo produciría un concepto errado de Dios en sus mentes; nos referimos a mostrarles que Dios esta con los que le buscan; y que da gracia a quien clama por justicia; que no desampara al corazón contrito que invoca su nombre y que es galardonador de los que le buscan (Hebreos 11: 6) es ver perseverancia en nosotros, en las buenas y en las malas.
Es crear en nuestros hijos un deseo de seguir al Dios que se manifiesta en la vida de sus padres; un deseo de vivir en santidad como su mamá; de ser piadoso como su papá; de no apartarse del Dios que les dio una vida diferente, una vida que el puede palpar en sus progenitores; esto se puede resumir así:
“Nosotros obedecemos a Dios porque él nos ha dado vida nueva y queremos que lo haga en ti también.”
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