Muchas veces los cristianos nos sentimos presionados, oprimidos e instigados por nuestros amigos, familiares y conocidos a hacer cosas que van en contra de nuestra fe y nuestros principios bíblicos de vivir en santidad y de manera piadosa; esta enorme presión lleva a muchos incluso a abandonar sus congregaciones (enorme error) porque piensan que no pueden cumplir o que no están listos para tomar la cruz sobre sus hombros para seguir a Jesús.
Jeremías era un hombre y profeta de Dios que en su vida encontró dificultades terribles y que supo superarlas cuando comprendió que Dios lo defendía como poderoso gigante, y que a su divina protección ningún enemigo prevalece; podemos nosotros también salir victoriosos y saber sobrellevar las tentaciones y dificultades si aprendemos a esperar en Dios y verlo tal y como Jeremías lo hacía.
Nos servirá mucho entender en primer lugar que nadie está capacitado por sus propias fuerzas a seguir fielmente el camino del evangelio, esto es algo que solamente el Espíritu de Dios puede hacer en el convertido a la fe, por eso es que muchas veces fracasamos cuando pensamos que somos nosotros los que podremos soportar las tentaciones o las pruebas, cuando lo que debemos hacer es depender absolutamente de Dios y de sus fuerzas.
También debemos entender que ser cristianos no significa una vida sin errores, puesto que aún muchos que llevamos años en la brecha del camino angosto tropezamos, sobre todo cuando nos distraemos de nuestro llamado por atender a las voces de presión de otras personas que no conocen a Dios; aunque esto último no es una excusa para vivir pecando, sino un llamado a la conciencia de que siempre hay debilidades, pero una vez más, si dependemos de la obra de Dios y corremos por su auxilio, no solamente encontraremos perdón, sino fuerzas para seguir adelante.
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