martes, 2 de junio de 2015

La adoración a Dios y el verdadero sentido de un sacrificio de Alabanza

Hebreos 13: 15

La idea moderna de Adoración concibe a la misma solamente como el canto o la participación de los cultos, y que comprende de ciertos requisitos que solo algunos con mejor talento poseen; relegándonos a los demás a simples participantes o espectadores de lo que otros ofrecen a Dios. Pero ¿Es esa la adoración? ¿Solamente algunos pueden ofrecer adoración a Dios? y ¿Existen momentos especiales y únicos para hacerlo? nos daremos cuenta por el testimonio de La Biblia, que es, que se necesita y como esta debe transformar las vidas de quienes ofrecen adoración a Dios.

Empecemos por dar por sentado que la adoración es mas que cantar, lo podemos notar desde el libro del Génesis 22: 5 cuando Abraham estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac como se lo había pedido Dios y expreso a sus siervos: "yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos" en ningún momento veremos que este acto incluía música o canto; sino sacrificio, desprendimiento de lo propio, de lo mas amado para entregárselo a aquel que merece mas de lo que nosotros valoremos, aun la vida misma queda pequeña a aquel que todo le pertenece, el sacrificio era algo palpable y la adoración radica en esa verdad.

Otro aspecto igual de importante es hacerlo en espíritu, tal cual lo menciono nuestro Señor Jesucristo al decirle a la mujer Samaritana : "ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad" (Juan 4: 23) y al igual que el ejemplo anterior, no involucraba canto ni ritos, e incluso abarca a cualquiera que poseyera estos aspectos (no a un grupo privilegiado) Cristo se refería a que la adoración aparte de ser palpable (Verdad) fuese de manera integra (espiritual), a saber, con un carácter dirigido a Dios, no a los hombres ni para los hombres; no por nosotros ni para nosotros, no por mis deseos ni caprichos sentimentales, sino para gloria de Dios. 

Se debe ofrecer siempre (Constancia) en todo momento, no cuando yo quiero. "Así que, ofrezcamos siempre a Dios,"

Lo primero que debemos dar por sentado, es el hecho de que la adoración, no es un acto limitado ni por el tiempo, ni por las circunstancias, es decir, no podemos encasillarla a cultos o actos especiales; tampoco a eventos ni a momentos de buen estado anímico de nuestra vida. La palabra "siempre" nos indica que a pesar de estas circunstancias y limitaciones, nuestra adoración debe estar presente en todo momento en nuestros labios y estar dispuestos a glorificar a Dios por lo que este pasando sea esta bueno o malo.

Por mediación de Cristo (Agradable) como el disponga "por medio de él," 
También necesitamos acostumbrarnos a la idea que a Dios le agrada la adoración tal y como la ha dispuesto el mismo en las escrituras, no necesitamos "inventar" o "innovar" algo que ya esta establecido; y esto es primeramente a través de Cristo, porque el es el mediador entre Dios y los hombres (1° Timoteo 2: 5) y porque quien le glorifica a el glorifica al Padre (Juan 14: 13) por lo tanto debemos cada vez que adoremos a Dios traer a la memoria la obra de Cristo,  sin la cual no seriamos justificados ante Dios, tal maravilloso y asombroso acto de misericordia debería por si solo hacernos vivir postrados y en constante glorificación a Dios  (Apocalipsis 5: 11 - 14) 

El producto de nuestros labios (Hechos) no solo decir, hacer. "es decir, fruto de labios que confiesan su nombre." 

Por ultimo, la adoración constante y bien dirigida, puede ser evidencia en los frutos que produce en la vida de quien lo practica, ese es su complemento y finalidad; nótese que el texto habla del "fruto de labios que confiesan su nombre", es decir el producto de lo que expresamos con nuestros labios, lo dicho puesto en practica; el señor Jesucristo ya antes lo había dejado por sentado que:  "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos." (Mateo 7: 21)
Debemos por lo tanto ser consecuentes con nuestros labios, y entender que la practica de nuestros dichos  es la que honra a Dios, y tener cuidado de caer en el error moderno de limitar la adoración a actos litúrgicos, que sino tienen fundamento se vuelven monótonos y vacíos,

"La verdadera adoración es entonces aquella que se practica diariamente en nombre De Cristo."

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